Las sociedades tradicionales manejan la sangre menstrual de diferentes maneras. Algunos le atribuyen poderes a la mujer durante su menstruación, mientras que otros las miran con desdén, apartándolas de este modo de la sociedad (Lev 15:19). Según la antropóloga Mary Douglas, los ritos que involucran las mujeres que menstrúan son útiles para las siguientes razones: » para afirmar la superioridad masculina, para hacer valer las esferas sociales masculinas y femeninas separadas, y para atacar a un rival » (Douglas 171). Durante esos días, los judíos tradicionales se separan de sus cónyuges, so pena de incurrir en la pena de escisión espiritual (Lev 18:19, 29). Judith Butler afirma que «cuando la ‘cultura’ relevante que ‘construye’ el género es entendida por medio de términos de tal ley o leyes, pues aparenta que tal género es tan determinado y fijo, tal cual lo determina la formación destino-biológico. En tal caso, no es la biología, sino la cultura que se hace el destino (Butler 11). De igual manera, los preceptos de la Toráh se convierten en guardianes de la distinción binaria del género, o sea, dama o caballero.
En la actualidad, estas ideas quedan desafiadas, debido al descubrimiento científico de las 6 maneras en que «el sexo» se puede determinar, a saber: los cromosomas, hormonas, las gónadas, el sexo del cerebro, sistema reproductivo y los genitales externos. A pesar de que la Toráh no define los casos de la persona que nacen con dos órganos sexuales (andrógino) o los órganos sexuales no definidos (Tumtum), los rabinos en el Talmud se ocuparon de estos casos. Debido a la duda de la construcción de su identidad en la sociedad hebraica, los rabinos dictaminaron que tanto las demandas de un macho y hembra deben ser aplicados en ellos, no sea que alguien incurra en transgresiones sexuales inmorales. Por lo tanto, aparenta que esta decisión se basa en dos factores: la construcción social de la respectiva sociedad judía, y en el conocimiento de los Rabinos de la biología. Al analizar las 6 maneras en que se determina el sexo, es necesario que las autoridades rabínicas legislen según la ciencia actual. El psicoanalista Joshua Loth Liebman afirma: «La estrategia general implementada por la religión en la lucha contra el mal se puede definir en una sola palabra: la represión. Con pocas excepciones, la religión occidental ha insistido en que los hombres y las mujeres puedan llegar a ser buenos sólo a través de la represión severa de los pensamientos e impulsos sensuales. Y este mecanismo de la represión por el que silenciar la voz horrible de «pecado» es responsable de gran parte del dolor, la enfermedad y la ansiedad que azotan el alma del hombre moderno (Liebman 26). El afirma además: «Indignado por la represión tiránica, nuestros impulsos no convencionales o inaceptables nos burlan disfrazándose en nuevas formas. Se convierten en nuestros peores enemigos internos, agredir a nuestros nervios, poniendo sitio a nuestra tranquilidad, atormentarnos con una sensación de fracaso, haciéndonos sentir deprimida e inferior, nos conduce al exceso en exceso en contra de nuestra voluntad (Liebman 27). El espíritu de la Toráh es liberar al cautivo no sólo físicamente, sino también al esclavo mental. En este sentido, decimos durante la Haggaddah, «En cada generación cada israelita debe salir de Miṣrayim.» ¿Cómo se aplica esto a la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales y transgénero en el siglo 21? ¿Dónde está el «Moisés» que rescatará a estas personas de la opresión de la sociedad? Ellos también merecen la libertad.