Bereshith 28:10 – 32:3
En la parashá de esta semana vemos a Ya’acob Abinu a”h huyendo de su hermano y yendo a Harán para “reiniciar” su vida allí y encontrar una esposa. De nuestros tres patriarcas, Ya’acob es aquel cuya vida la Torá describe con mayor detalle, y podemos impresionarnos por las muchas dificultades que tuvo que enfrentar a lo largo de su vida. Al mismo tiempo, también nos impresiona la paciencia y la emuná (fidelidad) que mostró nuestro patriarca.
Al comienzo de la parashá se nos relata un sueño que tuvo Ya’acob Abinu a”h, en el cual ve una escalera que llega hasta el cielo, con malajim que suben y bajan por ella. Nuestros comentaristas clásicos han debatido extensamente el significado y el simbolismo de esta escalera. Rabbenu Bajya ibn Paquda propone notablemente que representa distintos niveles del universo: el más bajo es el mundo que habitamos y el más alto es la morada de los seres espirituales. En su famosa obra al-Hidaya ila Fara’id al-Qulub (Deberes del Corazón), escrita al estilo de los manuales sufíes y siguiendo el ejemplo de Pinjás ben Ya’ir (Mishná Sotah, perek ‘Egla Arufá), traza un camino hacia la unión con el Único y el conocimiento de Él. El primer peldaño de esta escalera es el bitajón, la confianza en Dios. Rabbenu Abraham ben haRambam, en su Kifaya al-‘Abadin, presenta una estructura similar; sin embargo, en su libro coloca el bitajón en el sexto nivel, precedido por Sinceridad, Misericordia, Generosidad, Serenidad y Humildad.
De cualquier manera, observamos a nuestro patriarca trabajar durante catorce largos años sin un beneficio aparente. Podemos tomar ejemplo de su ética de trabajo para nuestra propia implicación comunitaria. Trabajar por el bien mayor de la comunidad suele ser arduo, y los resultados pueden tardar mucho en hacerse visibles. Debemos recordar que a veces el mayor impacto para elevar al kelal no proviene de grandes sumas de dinero ni de discursos magníficos, sino simplemente de presentarse y ser constantes. Fortalecemos nuestra emuná —nuestra fidelidad— confiando en Dios (bitajón), bendito sea Él.
Al final, nuestro patriarca Ya’acob luchó y prevaleció, y gracias a ello se convirtió en Israel y tuvo el mérito de ver a todos sus hijos seguir su camino. Según Ribi Yehoshua, la escalera en el sueño de Ya’acob representa nuestras plegarias ascendiendo hacia Dios y Su envío de salvación. Que cada uno de nosotros eleve su corazón junto con sus manos al Todopoderoso en el cielo (Eijá/Lamentaciones 3:41) y refuerce su determinación de presentarse y trabajar arduamente, con la certeza de que el fruto de nuestro esfuerzo finalmente se hará sentir.
Para concluir, quisiera citar la enseñanza de Ribí Tarfón en Pirkei Abot (2:15–16):
«El día es corto, y la obra es mucha, y los obreros son indolentes, y la recompensa es grande, y el dueño de la casa es exigente. Él [Ribí Tarfón] solía decir: No es tu obligación terminar la obra, pero tampoco eres libre de abandonarla. Si has estudiado mucha Torá, se te dará mucha recompensa. Fiel es tu Empleador para pagarte el salario de tu labor; y sabe que la recompensa otorgada a los justos es en el mundo venidero.»