Bereshith 6:9 – 11:32
La perashá Nó’aḥ comienza declarando que él, Nó’aḥ, era un ish șadiq tamim que Onkelos traduce como “hombre completamente justo”. Es posible asumir del texto que este calificativo le fue dado por alguien posterior a él, ya que el autor especifica “en su generación”. Algunos comentaristas opinan que, si Nó’aḥ hubiese vivido en la generación de Abraham, no hubiera sido el caso.
La pregunta que surge es ¿Cuáles fueron los criterios bajo los cuales Nó’aḥ y sus contemporáneos fueron juzgados, ya que la Toráh no registra mandamientos explícitos hasta la época de nuestro Padre Abraham y después en el Sinaí a través de nuestro Maestro Moshé? ¿Por qué juzga el Creador a Qáyin cuando mata a su hermano Hébel? ¿Cómo sabía Qáyin que era pecado hacer tal cosa? También, ¿Cómo sabía Yosef, el justo, que tomar la mujer de Potifar era algo abominable delante de los ojos de Adonay, Alabado sea?
Indudablemente, antes de que existiera una Toráh escrita, existía una oral. La Toráh oral fue recibida por Adam y transmitida por 9 generaciones, hasta Lamekh. Finalmente, Lamekh lo transmitió a Nó’aḥ. Esta mesoráh (ley oral) incluye la obra de la Creación y los mandamientos positivos (de carácter de ordenanza) y los negativos (de carácter prohibitivo).
Esta transmisión pasó por 7 bocas a través de 26 generaciones: Adam-Lamekh- Nó’aḥ- Eber- Abraham-Ya’aqob- Amram- Moshé. Podemos entender de todo esto que el Creador, bendito sea, hizo el mundo con ley y justicia; pues dicen las escrituras que Elohim creó e hizo todo. Esta palabra “Elohim” denota juicio y se aplica a todo ser en posición de autoridad y/o juicio.
“Y habló el Dio a Nó’aḥ y a sus hijos con él, diciendo: He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros; y con todo ser viviente que está con vosotros; aves, animales y toda bestia de la tierra que está con vosotros, desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra.
Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra.
Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes. Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne. Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con toda carne que hay sobre la tierra. Dijo, pues, Dios a Noé: Esta es la señal del pacto que he establecido entre mí y toda carne que está sobre la tierra” (Bereshith 9:8-17).
En esta sección de la perashá se nos describe el momento cuando Nó’aḥ sale del arca y el Creador, alabado sea, hace un pacto con la humanidad para siempre por medio de él. Este pacto Noáhico incluye 7 principios, los cuales la humanidad debe cumplir para perpetuar su existencia en la Tierra:
1. No idolatrar
2. No blasfemar el Nombre del Creador
3. No matar
4. No a la inmoralidad sexual
5. No hurtar
6. No comer de un animal mientras esté con vida
7. Establecer tribunales para promover la justicia
Al salir el arco, luego de una fuerte lluvia, tenemos una gran oportunidad de reflexionar en estos 7 principios universales y de esta revisar nuestra conducta. También, es un momento para bendecir al Creador por su fidelidad, por lo cual los Doctores de la Ley instituyeron la siguiente bendición al observar el arco iris:
“Bendito eres Tú nuestro Dio, Rey del Universo, que recuerda el pacto y es fiel con Su pacto, y cumple Su palabra”.