Bereshith 18:1–22:24
La perashá de esta semana se llama “Wayerá“, “y miró”. Hay dos cosas que hay que resaltar aquí. Primero, es evidente que Lot era un sadiq (justo). Segundo, El Eterno, exaltado Sea, pone a prueba a sus justos.
Cuando Abraham Abinu intercede por Sedom y Amoráh, el pide en favor de los justos. Evidentemente, Lot se consideró como uno de los justos, ya que los mal’akhim (ángeles) fueron a rescatarlo a él y su familia. También, Lot pide en favor de So’ar, uno de los pueblos alrededor de Sedom. Como resultado, El Cielo escuchó su tefilá (rezo) y aquel pueblo fue salvado de la destrucción.
Mishlé (Proverbios) dice: “El mundo está fundamentado en el justo”. Varias veces ocurren desastres naturales en una ciudad o región, más se salvan algunos. En otros casos, se salva un país entero. Observemos que Abraham Abinu logró “negociar” con El Eterno en favor de Sedom, hasta cancelar el decreto devastador en presencia de 10 hombres justos. De aquí aprendemos el poder del minyán (cuórum de 10 hombres israelitas). Es tan importante rezar con un minyán, ya que Creador, alabado Sea, concede todos los deseos y necesidades a uno por causa del otro.
El Talmud enseña que la Shekhináh (Presencia Divina) espera que el minyán se reúna para tefilar (rezar) y, de hecho, cuando uno falta, la Shekhináh pregunta, “¿Dónde está fulano que no vino hoy?” (Talmud Bablí, Berakhoth). Como consecuencia, se puede concluir que El Cielo se deleita en escuchar las tefiloth (rezos) de los justos.
El otro tema que hay que analizar de esta perashá es la Atadura de Yișḥaq Abinu. Consideremos lo siguiente: Adonay, bendito sea Su Nombre, te da una promesa. Has estado esperando por ella por más de 25 años. Finalmente, ves su cumplimiento, sólo que entonces El Cielo te lo pide devuelta, en devoción, ¿Qué harías?
Dice Mishlé (Proverbios): “El justo se cae siete veces; siete veces se levanta.” También: “Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas es salvado” (Tehillim). ¿Cuál es la necesidad del Cielo poner a prueba al ser humano”? Ḥakham Ya’aqob Culí dijo en su obra “Me’am Loeș” que las pruebas elevan al hombre, especialmente cuando éste las sobrepasa. Es decir que El Cielo prueba a los hombres para revelar a los demás y a uno mismo lo que tiene en el corazón.
El camino hacia la teshubáh (arrepentimiento) no es fácil. Muchas veces, el judío es puesto a prueba con guardar el Shabbath y los miqraé qódesh (fiestas sagradas). Y puede que piense “¿Y si me cancelan del trabajo al guardar el Shabbath? Otras veces, uno es puesto a prueba moralmente, y se encuentra en una situación donde se siente que debe robar, mentir, adulterar, etc. “Asheré (alegre y bendicido) el hombre que anduvo en los caminos del Eterno”, dice el Salmista (Tehillim). Cuando hayas sido probado y hayas vencido, ten en cuenta la promesa: “Serás la cabeza y no la cola, prestarás y no pedirás prestado, tu venida y salida será en bendición”. Por ende, las pruebas edifican la emunáh (fe u obediencia fiel), dignificando y elevando al ser humano cada vez más, hasta perfeccionarlo.
El Shaddai le dijo a Abraham Abinu, “Sé perfecto (íntegro y puro) delante de Mí”.
¿Cuál es tu prueba? ¿Estás venciendo?