La perashá de esta semana se titula “Shofetim” (“Jueces”). Esta porción incluye varias leyes en relación a juicios de diversas categorías. En el nivel más bajo, El Eterno, alabado Sea, le exige a cada israelita que haga justicia. Después, la Toráh presenta los jueces del Gran Tribunal (Sanedrín). Finalmente, en el nivel más alto, se encuantra el Melekh (Rey) de Israel, quien debe hacer justicia en la Tierra de Israel. En este comentario se analizará la autoridad del Gran Tribunal.

La Toráh dice:

“Y llegarás a los sacerdotes, los Levitas y el juez…”

El Talmud establece que el “juez” al que se refiere en este pasaje es el juez del Gran Tribunal.

El sistema judicial israelita está organizado en tres niveles: 3 jueces, 23 jueces y 71 jueces. El tribunal local está compuesto de 3 jueces quienes tienen jurisdicción sobre casos menores. Si un caso estuviese fuera de las manos del tribunal pequeño, se debe llevar al tribunal de 23 jueces. Finalmente, si los dos primeros tribunales no pueden llegar a un veredicto, se debe llevar el caso al Gran Tribunal en Jerusalén. El Gran Tribunal es el responsable de decidir los casos de pena capital.

Por inferencia del contexto, sabemos que en esta perashá la Toráh se refiere a este último tribunal, ya que está explicando el proceso penal de un criminal. Además de procesar a los criminales, el Sanedrín tiene poder jurídico para establecer halakháh (aplicaciones prácticas de los mandamientos) para todo el pueblo de Israel. El último Sanedrín que vio el pueblo de Israel fue en el quinto ciclo, y sus últimos legisladores fueron los Rabinos Ashé y Rabiná, según explica Tratado Horayot. Después de estos dos ningún Sabio tiene poder legislativo. A todos los Sabios después de este periodo se les conoce por el título de “Ga’ón”.

Es interesante notar que en el siglo XI, el comentarista Rashí dijo:

“Aunque él no es como los demás jueces que vinieron delante de él, debes escucharle; no hay para ti juez, sino en tus días”.

Más tarde, Rambán (Naḥmánides) explicó en su Sefer haḤinukh que el “juez” en este pasaje aplica al Sabio de la época. En contraste, Rambam (Maimónides) explica en la Mishnéh Toráh tal como lo había recibido de las academias de Babilonia; que no hay juez con autoridad legislativa en nuestros días, fuera del Sanedrín. Aquí nos encontramos con dos interpretaciones opuestas. Por un lado, que la autoridad legislativa está en las manos de los jueces de la Corte Suprema (Sanedrín) y, por otro lado, que cada “juez” (o rabino) local puede legislar para su comunidad. El pensamiento de Rashí fue el que prevaleció en las comunidades franco-alemanas, así como también en Provença, España.

Actualmente, a los líderes de las comunidades judías se les llama “Rabino”. Sin embargo, anteriormente este título era exclusivo de un juez ordenado por el Sanedrín, es decir, un individuo con autoridad para legislar. Todo lo necesario para cumplir la voluntad del Cielo fue dictaminado y explicado en el Talmud por dichos jueces en cada generación, desde nuestro Maestro Moshé, alaw haShalom, hasta los Rabinos Ashé y Rabiná. En la época bíblica, eran los profetas de Israel quienes corregían el rumbo del pueblo a través del Sanedrín y del Rey. Lamentablemente, no tenemos ni Rey ni profeta hoy día.

Una vez que un Sanedrín establece la ley, ningún juez podrá enseñar contrario a dicha ley, en contra de la mayoría. Si lo hace es llamado zaquén mamré (juez en desacato). En este sentido, el Talmud relata la historia del Rabino Eli’ézer ben Hyrcanós, quien era considerado el más dotado en Toráh de su época. La historia explica que él desafió la ley de la mayoría y fue excomulgado al querer imponer su punto de vista por encima del sistema establecido por El Eterno, alabado Sea. En conclusión, ninguno que porte el título de “rabino” o “sabio” puede cambiar lo establecido por los verdaderos Doctores de la Ley, por más conocimientos que haya adquirido, más contactos políticos que haya hecho, o más espiritualidad que crea poseer.

ADONAY, bendicho Sea, nos ordena:

“Actuarás conforme a la sentencia que ellos dicten en el lugar que ADONAY elija, y harás todo lo que te digan. Procederás según las instrucciones que te den y el veredicto que pronuncien, y seguirás al pie de la letra todas sus decisiones. El soberbio que muestre desacato al juez o al sacerdote en funciones, será condenado a muerte. Así extirparás de Israel el mal. Todo el pueblo lo sabrá y tendrá temor y dejará de ser altivo” (Debarím 17:10-13)

Sea la voluntad del Dio bendicho volver a nuestros jueces como en antaño para que se haga justicia en nuestro pueblo.

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