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La perashá de esta semana se titula «Emor», “diga”. Esta porción incluye los detalles sobre la kehunáh y los mo’adim. Nuestra perashá es una continuación de la perashá qedoshim, donde ADONAY, alabado sea, define las uniones prohibidas. Así como el pueblo de Israel es un ejemplo para las naciones, el Kohen lo es para Israel. Y podemos inferir que la qedushá está relacionada con lo sexual, ya que El Dio Bendicho, prohibe que el Kohen se case con tres clases de mujeres: la zoná, ḥalaláh y gerushá. Esto no quiere decir que el sexo no está aprobado por el Cielo, sino que existen parámetros para aquello:

a] Un Israelita con una Israelita o convertida, pero no una mamzeret (hija de una union prohibida)

b] Un Kohen con una mujer que no haya divorciada, zoná (mujer que experimentó una unión con un gentil), y ḥalaláh (mujer con un defecto en su genealogía)

c] Kohen haGadhol con una virgen, no convertida

Aquí vemos una jerarquía de qedushá. El que tiene mayor responsabilidad tiene más prohibiciones. Si continuarámos el patrón, veremos que nuestro maestro Moshé estaba por encima de Aharón y él dejó de mantener relaciones sexuales con Ṣipporá. Por esto es que Miriam habló mal de él. 

Lo que se puede deducir de aquí es que a medida que uno eleva su alma hacia el Cielo, lo físico disminuye. Dice el Talmud que en Yom haKippurim los Israelitas nos asemejamos a los mal’akhim que no comen, ni beben ni mantienen relaciones sexuales. De hecho, al prepararse nuestros antepasados para recibir la Toráh en Sinaí, tuvieron que abstenerse por tres días. Además, Moshé Rabbenu no comió ni bebió nada durante los 40 días de su encuentro con el Altissimo, bendicho sea. 

En el libro Mesilat Yesharim del Haham Moshé Hayyim Luzzato, de bendicha memoria, encontramos el principio de que a medida que uno sube la escalera espiritual, será necesario aumentar los «cercos» a la Toráh para uno mismo. Estos «cercos» permitirán que uno mantengan una disciplina espiritual sin tambalear. Un Sabio tenía como filosofía personal, «sé estricto contigo mismo y ligero con todo los demás». Debemos tener cuidado de no forzar u obligar a nadie en guardar nuestros «cercos» personales. 

El Eterno, alabado sea, nos manda contar 49 días, 7 semanas, entre Pesaḥ y Shabu’oth. Cada día de la sefiráh nos permite reflexionar en el día de ayer y procurar mejorar el día por delante.

Que ADONAY nos permite ascender al nivel de nuestro Maestro Moshé este próximo Shabu’oth y experimentar el deleite de Su descanso.

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