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La perashá de esta semana es la tercera de sefer Bamidbar y se llama Beha’alothkhá que comienza con las instrucciones para el sacerdote de cómo debe encender la menoráh en el mishkán. También vemos en esta perashá explicaciones sobre los toques de las trompetas e instrucciones para el caso de los impuros que no pudieron celebrar Pesaḥ ese segundo año y tuvieron que hacerlo en el mes siguiente (14 de Iyar). Luego, la Toráh relata lo ocurrido en Tab’era y Qibberé Ta’awat. Con todo esto, Moshé Rabbenu se siente apesadumbrado con el pueblo y El Eterno, alabado sea, escoge 70 ancianos para ungirlos con el espíritu de profecía. La perashá termina con el relato de Miriam y Aharón en relación a Ṣipporáh.

En esta perashá aprendemos que podemos usar la boca para nuestra bendición o par nuestra maldición. Cuando el grupo pequeño dentro del pueblo comienza a quejarse en contra del Eterno, bendito sea, ocurre un incendio. De inmediato, ellos claman a El y el incendio cesa. En otra ocasión, otro pequeño grupo se recuerda de la manera en qué se comía «gratuitamente» en Egipto. Por gratuito se debe entender «sin tantos preceptos». Como resultado, muchos de ese grupo mueren mientras se hartaban de carne. De último, vemos cómo Miriam, hermana de Moshé Rabbenu, habla en contra de él. Cómo Moshé era un profeta de alto nivel, él tuvo que separarse de su esposa, ya que ADONAY, bendito sea, podía comunicarse con él en cualquier momento. El Bendito así lo afirma diciendo, «A mis siervos los profetas Yo me comunico con ellos a través de sueños o visiones, no es así con Moshé mi siervo». Los Sabios igualan las palabras de Miriam a lashón hará’ (calumnia). El resultado de la calumia es ṣara’át, según lo vemos en la perashá meṣoráh.

En todo momento debemos ser agradecidos por las bondades que el Cielo nos da. A esto le llamamos haQar’ath haṬob. Lo opuesto de haQar’ath haṬob es quejarse. Es un grave error culpar al Cielo por nuestro estado actual. Dicen los Sabios, «Ningún mal viene del Cielo». Es decir que lo que nosotros percibimos como «malo» no viene del Eterno, bendito sea, sino que es una deficiencia de emunáh. El malvado siempre percibe a todas las personas como sí mismo y proyecta su condición en los demás.

Por otro lado, vemos cómo Moshé Rabbenu utiliza su boca para hacer tefiláhh. En todos los casos, él nos da ejemplo del poder de la tefiláhh. Dice el Salmista, «El Eterno está cercano a aquellos que Le claman; a aquellos que Le claman de verdad» (Mizmor 145). Cuando la calamidad vino sobre Miriam, Moshé, la paz esté sobre él, simplemente dice 5 palabras para su sanidad: Ana ADONAY, refá na lah.

Sea la voluntad de Nuestro Dio que aprendamos a utilizar nuestras bocas para bendecir todo el tiempo y alejarnos de la maldición.

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