Este Shabbath se llama Shabbath haGadhol pues es el que precede a Pesaḥ. La perashá que coincide con este Shabbath para el año 5773 es la perashá Ṣáu (Ordena).
En Wayyiquerá 6:6, El Eterno, alabado sea, ordena a los sacerdotes a mantener el fuego del altar encendido continuamente durante toda la noche. El Eterno, bendito sea, ordenó al pueblo de Israel a edificar un santuario para que El pudiera habitar entre ellos. Ya hemos visto que la frase «entre ellos» también se puede traducir como, «adentro de ellos». Cada israelita es como un pequeño santuario para Eterno. El lugar santo y santísimo podrían representar al corazón (emoción) y la mente (pensamiento), respectivamente, mientras el altar de las ofrendas a la boca (expresión). El Salmista dijo, «El que ofrece ofrendas de alabanza me honrará, y al que ordene su camino le mostraré la salvación del Dio» (Mizmor 50:23). También dijo, «Te ruego, ADONAY, que te sean agradables las ofrendas voluntarias de mi boca y que me enseñes tus juicios» (Mizmor 119:108).
Las ofrendas voluntarias son las ‘oloth (ascenciones), que se consumen completamente en el altar. El Bendito ordena a Aharón a mantener el fuego encendido durante toda la noche para que se pueda consumir las ‘oloth. Al comparar los Salmos y Profetas respecto a este precepto, se podría inferir que si nuestras bocas son representadas por el altar exterior, entonces deberíamos alabar al Creador, bendito sea, todo el tiempo, sin cesar.
El Templo físico fue destruido porque nuestro pueblo perdió el sentido y visión de las ofrendas. Dijo el Rey Dawid, «Los sacrificios del Dio son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dio» (Mizmor 51:17). Los profetas de Israel amonestaron a los líderes del pueblo en sus épocas respectivas por la falsa piedad y por llevar ofrendas al altar sin kawanáh (intención). El profeta Hoshé’a visualizó una época cuando Israel estaría sin Templo. El profetizó que las ofrendas del Templo serían reemplazadas por las ofrendas de nuestros labios (Hoshé’a 14:3). Hoy en día, cuando confesamos nuestras flaquezas, estamos «ofreciendo» un qorbán hata’at o ‘asham. Cuando alabamos al Eterno en canto, poesía y música, estamos «ofreciendo» un qorbán leTodáh. Entonces, cuando practicamos el hitbodedut (meditación espontánea), estamos «ofreciendo» un qorbán ‘oláh.
El mejor momento para meditar y comunicarse íntimamente con el Creador es durante la noche, como dijo el salmista, «cuando me acuerde de ti en mi lecho, cuando medite en ti en las vigilias de la noche (Mizmor 63:6), y «Me acordaba de mis cánticos de noche; meditaba en mi corazón y mi espíritu inquiría» (Mizmor 77:6).
En esta época cuando no tenemos un Templo físico, cabe a cada israelita hacer tefiláhh. Los Sabios de antaño redactaron oraciones para crear una estructura cotidiana sin necesidad del Templo. Luego, Se’adyah Ga’on organizó estas oraciones en un siddur; El Shemá y el Shemonéh ‘Esréh son obligatorios. En los Pirqué Aboth, los Sabios dicen que no debemos hacer nuestros rezos de manera mecánica. ¿Cómo podemos cumplir con nuestra obligación de rezar de manera voluntariamente? Cada ofrenda en el Templo era acompañada por un qorbán ‘oláh. La «ofrenda» voluntaria de nuestros labios acompañada por el rezo cotidiano obligatorio es la ‘abodá (servicio al Eterno) que El Cielo requiere de nosotros hoy en día. Así como El ordenó al sacerdote a mantener el fuego encendido continuamente, así debemos ofrecer tefiloth voluntarias continuamente.
¡Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, ADONDAY, roca mía y redentor mío!
(Mizmor 19)