Esta semana comenzamos el libro de Wayyiquerá (Levítico). La perashá nos enseña sobre las diferentes qorbanot (ofrendas) que existen en el servicio ritual en el Templo/Tabernáculo. La palabra «sacrificio/ofrenda» es qorbán, cuya raíz signifca «acercase» en hebreo. Al presentar una ofrenda delante del Altísimo, bendito sea Su Nombre, la persona se acerca a su Creador. Nuestros Sabios dicen que si las naciones hubieran entendido esto, no hubiera destruido el Templo. En las primeras 4 aliyot (lecturas) se describen las ofrendas voluntarias:
1. Oláh—ofrenda que se consume totalmente
2. Minḥá—-regalo en forma de panes, bizcochos/pasteles/tortas
3. Zébaḥ shelamim—ofrenda de paz
Después, la Toráh describe las qorbanot por «pecados». Será necesario definir primero lo que es «pecado». Por pecado se entiende una infracción de Toráh, ya sea del Sinaí o por ordenanza/decreto del Sanedrín (Corte Suprema) de Israel. Cada infracción tiene su consecuencia, siendo la más grave karet, extirpación espiritual. Es importante saber que estas ofrendas eran exclusivas para el Pueblo de Israel aunque los hijos de Nó’aḥ tenían costumbre de ofrendar al Creador voluntariamente en forma de oláh, pero no por causa de «pecado». Aún más, la Toráh establece que no hay ofrenda que pueda expiar por pecados intencionales. A estos se les conoce por los términos hebraicos: awón y peshá, donde la última es más severa que la primera. Por otro lado, los pecados cometidos por descuido (ḥatát) son expiados por un qorban ḥatát. Los de clase alta del pueblo de Israel debían llevar becerros, los de clase media, corderos, mientras los pobres ofrendaban bizcochos/tortas. No era exclusivamente necesario derramar sangre por una infracción de clase ḥatát. Para que una infracción se considerase ḥatát, tenía que (a) ser de la categoría cuya penalidad es karet (b) un precepto negativo (no harás…). Además, debia ser una infracción por medio de un acto y no por medio de la palabra. También, si la persona no tuvo la intención de cometer la infracción y/o la cometió accidentalmente, no es necesario un qorban ḥatát. Esta es una de las razones por la cual la creencia cristiana de que alguien muere por todo el mundo como una «ofrenda de pecado» no tiene fundamento en la Santa Toráh.
Al estudiar el sistema de ofrendas, uno llegaría a la conclusión que éste no establece un procedimiento para pecados awón (intencionales) ni peshá (rebeldía/malevosía). Pués, ¿Qué provisión existe en la Toráh para éstas últimas? La respuesta es la teshubáh (arrepentimiento). La Toráh establece por este medio que solamente el Creador puede juzgar el corazón. Por otro lado, si la Toráh requiere una ofrenda(s) para pecados por descuido, ¿Cuánto más grave son los pecados awón y peshá?
Los Sabios dicen que cuando uno viola un precepto negativo, se crea un adversario (satán) para sí mismo. Si la persona continúa en el error, El Cielo puede establecer un decreto en contra de ella, como la muerte, sufrimientos, pérdida de trabajo, etc. Sin embargo, la teshubáh es poderosa para cancelar todo tipo de decreto en contra de uno, como dice «Si mi pueblo se humillare y se arrepintiere y buscare mi rostro, yo perdonaré su pecado y sanaré su Tierra». El vehículo para el arrepentimiento es el ayuno, ya sean ayunos comunitarios o individuales.
ADONAY, alabado sea Su Nombre, promete enviar un redentor a Ṣión para aquellos en Ya’aqob (Israelitas) que hacen teshubáh. Que sea la voluntad de El Misericordioso que nos permita hacer teshubáh por todo pecado efectuado en público y en secreto.